Filólogo y humanista nacido en Bogotá, el 19 de septiembre de 1844, muerto en París, el 17 de julio de 1911.
Hijo de Rufino Cuervo, vicepresidente de la República durante el mandato del general Tomás Cipriano de Mosquera, y de doña Francisca Urisarri, dama de ascendencia vascongada, piadosa y de agradable trato, que conservó en su familia las austeras y puras tradiciones de sus antepasados. Rufino José fue el último de siete hermanos, tres de los cuales murieron en la niñez y juventud. Su intensa religiosidad y devoción por la ciencia, posiblemente resultado de la influencia de sus antepasados, donde se cuentan un presbítero, un obispo, un arzobispo, próceres de la Independencia de la Nueva Granada, gentes relacionadas con el gobierno, militares, exploradores, escritores y naturalistas, fueron los aspectos que marcaron su vida. Bautizado por el ilustrísimo señor Manuel José Mosquera, amigo de su padre, su infancia transcurrió en la casa paterna, ubicada cerca de la catedral, donde vivían las familias distinguidas. Allí recibió, directamente de su padre, las primeras enseñanzas, debido al caos en que se encontraba la educación después de la expulsión de los jesuitas en 1850. Su enorme capacidad de asimilación y observación permitió que los preceptos y normas vistos en el padre y captados en la tradición familiar, fueran moldeando su espíritu; por otra parte, los elementos de geografía y gramática que recibió durante su primera educación, fueron decisivos en el desarrollo de sus posteriores estudios sobre la lengua. Muerto su padre en 1853, Cuervo ingresó al Liceo de Familia, dirigido por su hermano mayor Antonio Basilio, donde enseñaban profesores como Pedro Fernández Madrid, el ex presidente José Ignacio de Márquez y Antonio José de Sucre, quien viendo la disposición para los idiomas de Cuervo y Miguel Antonio Caro, los separó de los demás alumnos, para darles lecciones especiales de latín y castellano. En 1860 Cuervo estudió con don Santiago Pérez, quien introdujo las enseñanzas gramaticales de Andrés Bello en Colombia. En 1861 estudió lógica en el Colegio San Bartolomé, pero su permanencia allí fue corta, puesto que la comunidad jesuita fue nuevamente expulsada del país. Así, a causa de la inestabilidad política y social imperante en Colombia, la educación intelectual de Cuervo no pudo ser continua, coherente y metódica; con todos los claustros clausurados en 1861, su educación llegó a un fin prematuro cuando tenía 17 años.
Los siguientes seis años constituyen un período de silencio en su vida, pero se presume su dedicación al estudio solitario y perseverante de las disciplinas lingüísticas. Para aliviar la mala situación económica por la que atravesaba su familia, Cuervo se dedicó, por un corto tiempo, a la enseñanza. Fue catedrático de latín en el Colegio del Rosario, entre 1867 y 1868, y en el Seminario Conciliar de Bogotá, enseñó latín y griego en 1868; en 1870 se dedicó a la latinidad, y dejó la enseñanza. En estos años escribió, en compañía de Miguel Antonio Caro, el texto original de la Gramática de la lengua latina para el uso de los que hablan castellano. Allí aparecen, con sin igual armonía y bien fundamentados, los resultados de las investigaciones llevadas a cabo hasta entonces por los más destacados filólogos de la época; por medio de la comparación entre las modalidades del castellano y el latín, y el uso continuo de ejemplos tomados de los más notables escritores, la Gramática latina de Caro y Cuervo sienta las bases de la moderna lingüística, empleando un método que se adelanta a los mejores de hoy. Según Fernando Antonio Martínez, este trabajo fue considerado por la Real Academia Española, una obra magistral y la mejor de su género escrita en castellano>. Caro y Cuervo, las dos figuras más notables de la filología, aparecen aquí unidas en el plan pero distanciadas en el desarrollo. Según Martínez, la analogía, parte que correspondía a Cuervo, fue considerada como un análisis sagaz; la sintaxis, ejecutada por Caro, una síntesis completa. Así, la Gramática latina revela el trabajo conjunto de un erudito de la lengua y un filósofo del idioma.
Cuervo trabajaba con minuciosidad la documentación en que basaba sus afirmaciones, y fue elaborando el Diccionariolentamente, como recreándose en las investigaciones previas que lo fundamentan. Así, a las dificultades propias del trabajo, vino a sumarse la debilidad de su salud y la soledad en que se encontraba, especialmente después de la muerte de su hermano en 1896. Ya anciano, envejecido prematuramente por los rigores del trabajo, apenas podía dedicar unos minutos seguidos a su trabajo, que tenía que interrumpir constantemente. En 1905 hizo su testamento, y parecía haber abandonado sus estudios para encontrar la paz en la lectura del Breviario de la imitación de Cristo y las obras teresianas. Tomó una actitud apacible y tesonera ante la muerte. Dejó sus libros, papeles y manuscritos a la Biblioteca Nacional de Bogotá; el dinero, a la beneficencia de la patria chica; el producto del arriendo de sus fincas, para auxiliar a un tipógrafo; a la familia Cuervo, lo espiritual, sus diplomas, sus trofeos, sus condecoraciones; los muebles, a la empleada de servicio. Murió vestido con una casaca ceremoniosa que con anterioridad se había hecho colocar y que sólo usaba en ocasiones solemnes. En 1942 el Ministerio de Educación Nacional creó el Instituto Caro y Cuervo con el objetivo, entre otros, de continuar el Diccionario de construcción y régimen. En 1987 fue publicado el tomo tres del Diccionario. También se han hecho recopilaciones de sus estudios lingüísticos y literarios, y de su correspondencia, textos en los que Cuervo se muestra un crítico y narrador ameno [Ver tomo 4, Literatura, pp. 118120; y tomo 5, Cultura, p. 138].
Bibliografía
BAYONA P., NICOLAS. Escritos literarios de Rufino José Cuervo. Bogotá, Ed. Centro, 1939. CUERVO RUFINO, JOSÉ Obras. 1a. ed. Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1954; 2~ ed.: 1987 TORRES QUINTERO, RAFAEL. Bibliografía de Rufino José Cuervo. Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1954
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